Tributo a Poe

Con extractos del relato original he creado este:

No entiendo porque dicen que estoy loco, la enfermedad había agudizado mis sentidos, sobre todo el del oído. Lo oía todo, incluso los más mínimos ruidos, aquellos que los perros les cuesta oír… yo los oía perfectamente. Por eso no entiendo que me digan loco. Oigan la historia que con tanta tranquilidad y con tanta cordura os paso a contar.

Juro que nada más verla me gustó, no parecía una persona que buscara o tuviera problemas. Nunca me insultó, jamás me hizo nada malo, su dinero no me interesaba, pero tenía algo que sin poder evitarlo me obsesioné con ello. Creo que fueron sus ojos, lo tenia distintos!… Un ojo celeste y otro de un azul más oscuro, mirándola a los ojos te dabas cuenta que eran distintos… Porque no podía tenerlos iguales? Cada vez que me miraba se me helaba la sangre y, poco a poco y sin apenas notarlo me fui decidiendo a acabar con ella y así librarme de aquella mirada para siempre.

Siempre fui amable con ella, pero no lo fui tanto hasta unos días antes de matarla. Recuerdo que se acostaba temprano, lo que me permitía que alrededor de las doce entrara en su casa y subiese a su habitación, y con mucha suavidad para no hacer ruido abría la puerta lo suficiente para pasar la cabeza y encender un haz de luz de la linterna y ver si dormía.

Normalmente al abrir la puerta y encender la linterna ella se giraba y preguntaba si había alguien, lo que me obligaba a dejarlo al día siguiente. Pero ese día no, ese día al abrir la puerta y encender la linterna no hubo ninguna pregunta… -Estaba dormida!. Supe que había llegado el momento de terminar con ella. Entré a su habitación y con el sigilo de un gato la ahogué con el cojín del sillón que había al lado.

El suelo, que era viejo y de madera, crujía a mis pasos y supe que era ahí donde tenía que esconderla. Tras unos minutos de dura pelea pude levantarlo lo suficiente para ocultarla ahí, coloqué todo en su sitio y al mirar observé que estaba igual que antes, nadie sabría que nada de esto había sucedido. –Había cometido el crimen perfecto!, pensé…

Pero nada más terminar sonó el timbre. Eso no estaba dentro de mi programación. Al bajar las escaleras, el viejo suelo me delató y ellos sabían que había alguien dentro, por lo que no me quedó otra que abrirles. Cuando abrí la puerta observé que eran dos vecinos que últimamente se acercaban mucho a su casa y, tras la sorpresa del inicio me preguntaron que hacía ahí.

Les dije que había entrado con la llave que ella me había entregado en casos de emergencia, que me había parecido oír un ruido y me había acercado para ver que era. Ellos comentaron que habían quedado con ella a esa hora, y como yo estaba ahí, la esperaríamos los tres a que volviera, así podíamos intimar un poco más.

La conversación iba muy bien hasta el momento en el que oí su corazón, -No podía ser!!, pensé, -la he matado, no puede ser su corazón, tranquilízate… Pero los latidos se volvían cada vez más fuertes. Los vecinos ya no me importaban en absoluto por si podían pillarme, ahora lo que me importaba y desquiciaba eran sus latidos. Cada vez más fuertes, y con el paso de cada uno yo me obsesionaba más hasta el punto en el que no pude callarme más y grité: -Yo la he matado!, oigo sus latidos ocultos bajo el suelo!, la he ahogado con un cojín.

La mirada de los vecinos era de estupefacción y miedo, mi estado era de nerviosismo y locura por sus latidos. Tras un rato me pidieron que mostrara lo que estaba diciendo. Subimos las escaleras, y tras los crujientes pasos entramos en la habitación. Levanté todo el suelo y allí estaba, en la misma posición en la que yo la dejé.

Ahí terminó mi nerviosismo. Ahora estoy en paz.

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